Un manual de resistencia
Reseña por Francisco Paillie
Para algunos, la Internacional Situacionista es considerada la última vanguardia del siglo XX, para otros, continuar interesados en sus propuestas y en las reflexiones de sus miembros es sencillamente un sinsentido o una pérdida de tiempo. Sin embargo, muy a pesar de su acelerada creación y finalización como movimiento, el impacto que ha generado este movimiento ha implicado en el pensamiento contemporáneo, así como en la estética moderna, el lenguaje, las ciencias, el urbanismo y algunos estilos actuales, no puede ser obviado. Muestra de ello es que, quizás, la Internacional Situacionista representa de manera ejemplar la mezcla entre política y estética, activismo y arte, filosofía y redes sociales, mezclas imprescindibles al momento de pensar en la transformación de nuestras ciudades.
A los Situacionistas quizás no se les debe ver únicamente como teóricos, ni mucho menos como un corpus específico de información, pues nada de lo que propusieron es tan estático ni tan específico; por el contrario, su manera crítica de pensar, reflexionar y reaccionar implican que la vida cotidiana es también un escenario de batalla. Es decir, el situacionismo es el llamado a la actividad pública, a la resistencia constante a la pasividad y sometimiento al que la sociedad del espectáculo nos remite. Éste es el valor con que hoy en día se releen los textos de los Situacionistas y, sobre todo, a Guy Debord: la ruptura consciente de los nuevos códigos estéticos, la necesidad de asumir lo real/no mediado como escenario básico de acción y la búsqueda de nuevas formas de producción cultural y política; el ciclo Situacionista, aunque muy corto en su existencia, ha sido muy representativo desde el Mayo francés, hasta los actuales acercamientos al derecho a la ciudad.
Sus valores, representados por una suerte de prácticas, técnicas o procedimientos, han tomado escenarios en la investigación, razón por la cual no son sólo activistas y políticos quienes revisan la obra de los Situacionistas, sino también urbanistas, arquitectos, geógrafos, sociólogos, politólogos, literatos, poetas, entre otros. La recuperación de la dérive (deriva) como experimento de experiencias inéditas, de la detournement (desvío) como una manera de eludir el llamado habitual, tanto en lo espacial, como en lo intelectual, de la psicogeografía como disciplina exploratoria de la relación entre calidad y emoción con el espacio físico de la ciudad y del urbanismo unitario, se han vuelto vitales para el resurgimiento de propuestas de tipo emergentes, pop-up, DIY y las tácticas de las que éstas están plagadas. Finalmente, la retoma de la ciudad por parte de profesionales o ciudadanos es una propuesta de creación de nuevas situaciones.
Sin embargo, como afirma Debord en los primeros apartados de su libro, en todo tipo de producción capitalista se replica el espectáculo: vemos hoy en día como quien ve en el ojo del oráculo hasta la situación emergente más pura, siente esa necesidad absoluta de hacer parte del espectáculo, de replicarse, representarse, difundirse y compartirse (ganar likes y aprobación viral en redes sociales). La crítica a la sociedad y sus acciones presentada hace casi 50 años se convierte en profecía: el conocimiento irreductible y único de las situaciones suele perderse en el espectáculo, se profana en el tiempo estético de la curaduría digital. Pero lo espectacular no es sólo lo mediado por las pantallas (antes de televisión, ahora de ordenadores y smartphones); sino todo tipo de mediación que nos hace pensar en “la vida como es” y no en la vida como desearíamos que fuese.
De ahí el deseo absoluto de la consigna “la imaginación al poder” con que los estudiantes franceses lograron alentar al mundo entero; ideas que siguen apareciendo en reflexiones como Energía y Equidad de Ivan Illich y que, aún hoy, se presentan con el surgimiento de las clases creativas. Seguimos en el ciclo de lo espectacular: toda tecnología y conocimiento, avances y posibilidades se nos entregan y podrían estar al servicio de la liberación y el bienestar, y sin embargo, en el mundo aumenta la precariedad a cada segundo que pasa: ¿dónde está la vida buena? La lucha contra el aburrimiento y la abundancia capital de los 60’s son hoy en día nuestra lucha del 99%, el occupy, los indignados, el hambre, la pobreza y el derecho a la ciudad.
“Antes que nada, creemos que el mundo debe cambiar” escribió Debord, en 1957: la revolución no es política, la resistencia es cultural.
La separación espectacular
Una de las ideas reiteradas en la propuesta del libro consiste en la existencia de una separación espectacular, es decir, la vida real mediada por una serie de imágenes o filtros que nos aleja cada vez más de la capacidad de generar una realidad diferente, mientras que asumimos el espectáculo como realidad. Lo espectacular no está ligado meramente a las dinámicas del entretenimiento, sino que resuena en la lógica de lo que se considera superior y determinante. Las lógicas míticas que constituyen nuestra manera de pensar y entender el mundo son el espectáculo; entre más asumimos el mito y sus maneras, mayor separación existe con la realidad; a mayor separación, mayor pasividad del sujeto, menos espontaneidad y capacidad de transformación.
La separación espectacular es ese falso pacto al que nos sometemos para encubrir la realidad: idea que somete a revisión la existencia de todas las grandes instituciones de la humanidad (iglesia, estado, educación) y pone en juicio los momentos modernos (industrialización, productividad, desarrollo). Las imágenes y el consumo (los estilos de vida) son los mediadores que objetivan la visión de mundo.
La separación espectacular se presenta entonces como los niveles de mediación y aturdimiento en que vamos asumiendo la vida cotidiana; de ahí la importancia del Situacionismo como un cúmulo de acciones pragmáticas y rebeldes y no como una línea teórica del pensamiento; la Sociedad del Espectáculo no es un libro de teoría, es un manual de resistencia: ¿qué estamos mirando? ¿Qué consecuencias posee esta manera de mirar el mundo? ¿Qué imágenes consumimos? ¿Qué tan cerca o tan lejos de la realidad estamos? Son las preguntas que debe hacerse el lector.
El impacto de esta separación no sólo maltrata nuestra manera de entender el mundo, sino también de habitarlo. En relación a lo urbano, que es de por sí un tema fundamental para todos los miembros de la Internacional Situacionista, Debord declara: “esta sociedad que suprime la distancia geográfica acoge interiormente la distancia en tanto que separación espectacular”, reflexión/crítica que se hace vigente al asumir la lógica con que hemos desarrollado nuestras ciudades, basadas en la distorsión del espacio y el tiempo, en el uso desmedido de los automóviles privados como única solución al transporte y, quizás, nuestra creencia de que lo digital y el internet nos conectan más a un mundo globalizado, mientras nos encerramos en nuestros caparazones; reflexiones vigentes, a pesar de que se nos ofrecen como ambiguas y fatalistas.
Detournement
Leer a Guy Debord no es nada fácil, quizás porque como resistencia al espectáculo, se propuso encriptar en su libro la verdad, no dejarse cristalizar y presentar sus propias ideas de una manera casi fragmentada (lo cual se puede encontrar incluso en la estructura del libro). Dicha estrategia hace parte de su propia propuesta de desvío, por medio de ella logra que la información adecuada llegue al público adecuado y que, al lector equivocado, la información se le pierda en el camino. Y sin embargo, hoy en día leemos a Debord, algunos por moda, otros por placer y otros por búsqueda intelectual, convirtiendo a Debord en un objeto de culto, en reconocimiento de lo espectacular, en la institucionalización del conocimiento.
Y así nosotros mismos que, como todos y todo lo demás hacemos parte del espectáculo, nos encontramos intentando definir ideas y verdades sobre Debord y sus textos. Para colmo de los males, lo hacemos a través del internet, herramienta moderna de reproducción social, de separación y espectáculo.
Aún así, desde la Editorial El Caminante, pretendemos que éste también sea un desvío, una manera de incitar nuevas ideas, reflexiones y maneras de participar. Quizás si nos apropiamos de las herramientas de lo espectacular y generamos nuestra propia propaganda, agenda o forma de pensar, el cambio será. Quizás, como dicen, se trata de un sueño romántico; quizás (mejor aún), este manual de acción funcionó en ese entonces y los que leemos somos parte de la revolución cultural a la que nos convocaron Debord y los Situacionistas.
Francisco Paillie (@PakikoP) es co-fundador y director de proyectos de dérive LAB, en donde realiza consultoría e investigación para diversas entidades México y Colombia. También es director de la Editorial El Caminante 🙂