El espacio como duda
Reseña por Iago Valverde
Aunque escrito originalmente en 1974, ha llegado hasta la nuestros días re-reeditado pero lleno de frescura. Esto se debe a que el modo de escribir de Georges Perec que parece mantenerse joven y atemporal pese al paso del tiempo. Los trazos experimentales delatan su pertenencia al OuLiPo (Taller de literatura potencial) donde el juego era una herramienta literaria. En el libro, a medio camino entre la novela y el ensayo, el autor nos invita e recorrer la vida de espacio en espacio, haciendo lo posible para no golpearse.
Acostumbrados a leer sobre espacio, o sobre los espacios de arquitectos, urbanistas, paisajistas o geógrafos, la literatura no disciplinaria y ajena a estas profesiones se revela enriquecedora. Una visión transversal desprejuiciada que no teme moverse en un juego de escalas, que nos transportan de lo doméstico a lo galáctico.
El recorrido comienza en la cama, el espacio individual por excelencia. Donde pasamos un tercio de nuestra vida y desde donde podemos embarcarnos en largos viajes. Nos encontramos en la habitación, es espacio que nos envuelve cuando estamos en la cama y Perec apunta: “Cualquier propietario de un gato dirá con razón que los gatos viven en la casa mejor que los hombres. Incluso en los espacios más horriblemente cuadrados, saben encontrar los rincones propios”. De la habitación al apartamento, ¿podrá superarse la organización funcional del espacio doméstico por uno basado en la organización sensorial? El autor nos invita a imaginar el gustatorio, el auditorio o un vistatorio. Todo apartamento posee espacios poco útiles, pero ¿será posible definir un espacio realmente sin utilidad alguna?, el espacio a funcional, cuya función sea nada.
A continuación Perec se auto-referencia describiendo dos situaciones que han servido como germen dedos novelas suyas. Un inmueble cuya fachada desapareció y que se nos muestran todas las habitaciones como un damero, eso es “La vida: instrucciones de uso” y la descripción pormenorizada a pié de calle dela plaza Saint-Sulpice, esto es “Tentativa de agotamiento de un lugar parisino” (Recientemente reeditado por Gustavo Gili).
En el barrio, ¿se podría dispersar el habitar? Habitaciones diseminadas, dormir en Denfert, escribir en la plaza Voltaire y hacer el amor en la poterna de los álamos. La ciudad, “no hay nada inhumano en la ciudad, como no sea nuestra propia humanidad”. Afirma que el campo no existe, que es una ilusión. Es el espacio de recreo que rodea la segunda residencia y que bordea las autopistas.
Y avanzando en el continuum de escalas, el país, Europa, el mundo…
Perec reivindica la dimensión intelectual del espacio, el espacio como idea, como palabra que toma forma cuando se verbaliza. “Así comienza el espacio, solamente con palabras, con signos trazados sobre la página blanca”. Describe lo cotidiano con emoción, atrapa lo extraordinario de lo ordinario, nos enseña aver con otros ojos. Vivimos rodeados y contenidos en espacio, pero el espacio no es una categoría fija:
“El espacio es una duda: continuamente necesito marcarlo, designarlo; nunca es mío, nunca es dado, tengo que conquistarlo”.
Iago Valverde (@enigrante) es arquitecto.