El triunfo de las ciudades

Sesión 14

La ciudad puede beneficiar a cualquiera, ojo, no a todos, a cualquiera.

Reseña por Rosalba González Loyde.

“La ciudad es el mejor invento de la humanidad”, frase atribuida a muchos y repetida incesantemente por otros, insertada en discursos políticos, académicos y hasta en publicidad inmobiliaria; una frase que nos vende lo mejor de las ciudades: el paisaje de concreto y edificios, las actividades culturales, las universidades, los servicios, los beneficios ecológicos y todo aquello que de otra forma no podríamos encontrar sino fuese por la urbanización; sino fuese por la concentración de capitales.

El triunfo de las ciudades es uno de los escritos que trabaja con esta postura: la de reconocer por qué las grandes urbes representan más un beneficio que algo negativo a la humanidad. Para sustentar esta hipótesis, Edward Glaeser, profesor de Economía en Harvard, dispone en sus casi 500 páginas una serie de ejemplos expuestos a través de nueve preguntas que estructuran los capítulos de este libro y que sirven para dirigir la temáticamente el contenido de la obra.

¿Qué fabrican en Bangalore?, pregunta inicialmente el profesor para luego introducirnos, a través de una descripción del lugar y de la vestimenta de quienes se ubican en escena, en un contexto casi idílico: Global Village, parque empresarial en Bangalore. Aquí se relatan algunos casos de éxito producto de la ciudad y su capacidad imantada de atraer ingenio y transformarlo en algo rentable, incluso para aquellos que en teoría por su procedencia, no habrían tenido oportunidad de acceder al éxito.

De Bangalore paseamos por Londres, Nueva Delhi, Nueva York, Tokio, Dubái… Sobre las villas miseria y su capacidad de autoproducción, la gentrificación resultado del turismo y de la capacidad de atraer gente para habitar los centros de las grandes urbes, el fenómeno de las ciudades compactas, la dispersión urbana y la construcción de zonas residenciales alejadas de los centros urbanos, la vivienda en alta densidad (donde critica a Thoreau de promover la vivienda en baja densidad), el gasto de energía y huella de carbono de los habitantes urbanos y el éxito o no de la administración de estos territorios; son los temas que aborda Glaeser con decenas de referencias bibliográficas que respaldan las afirmaciones y con una fluida y atractiva narrativa que resulta motivante.

Sin embargo, el optimismo de Glaeser no es necesariamente imparcial. Por ejemplo, cuando expone el fenómeno inmobiliario en Nueva York en la década de los setenta, donde la ciudad estaba en su peor momento con una deuda del gobierno local con los bancos y niveles de inseguridad por los cielos, describe a los promotores inmobiliarios como “un grupo de innovadores financieros que pusieron sus ideas en común”; mismos innovadores que provocaron los procesos de expulsión en varias zonas de la ciudad.

En la película NO, de Pablo Larraín, que contextualiza el proceso del plebiscito en Chile para decidir la permanencia o no del gobierno militar encabezado por Pinochet a finales de los ochenta, hay una escena donde se encuentran reunidos los asesores de la campaña del Sí para apoyar a Pinochet. Mientras discuten el discurso que deberá predominar en la campaña, uno de los asesores expone ante su público que el gobierno militar “tiene un sistema en el que cualquiera puede ser rico; ojo, no todos, cualquiera”.

Esta frase describe en gran medida el argumento de Glaeser: la ciudad ofrece la posibilidad de mejorar la calidad de vida a cualquiera, pero sin duda las estadísticas nos dicen que esos cualquiera no son la mayoría y que la producción de pobreza de las ciudades es un fenómeno existente y, como ha expuesto Sassen en diversas ocasiones, hasta necesario para continuar con el crecimiento económico que beneficia sólo a unos pocos.

Es quizá por lo anterior que la lectura de este texto es imprescindible, porque describe de una manera muy clara las posturas de los grande organismos internacionales. El triunfo de Glaeser fue el de darle la vuelta a la narrativa académica catastrofista y ofrecer un relato personal, positivo y fluido sobre lo urbano. En un contexto de crisis económicas a nivel mundial el libro del profesor de Harvard llegaba como una tierna palmada en la espalda para decirnos que no todo estaba tan mal como pensábamos y que si mirábamos distinto, es decir, con su perspectiva, podríamos ver lo beneficioso que han sido las ciudades para la humanidad.

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Rosalba González Loyde (@LaManchaGris_) es Comunicóloga y Urbanista. Consultora independiente en temas urbanos; articulista de diferentes medios en México, Chile y EEUU; y profesora en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM y en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García.

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