Ciudad de muros

Sesión 16

El miedo hace muros y los muros dan miedo

Reseña por Camilo Vallejo

Los muros suelen ser lineales pero sus causas son un círculo, una serpiente que se muerde la cola. Al menos es la idea que deja la lectura del libro Ciudad de muros (City of walls) de Teresa Pires do Rio Caldeira, editado originalmente en inglés en el año 2000 por University of California Press.

Ciudad de muros busca mostrar que la exaltación cotidiana del crimen, así como los comentario sobre el miedo que éste produce, genera transformaciones en la ciudad, especialmente justificaciones para poder cambiarla, para poder asegurarse en ella. Según la autora, esta asociación entre miedo y mutación urbana genera nuevos patrones de segregación y de espacios en la ciudad que no son democráticos ni incluyentes.

A los ciudadanos los empieza a gobernar el miedo y ese miedo lo expresan hasta construir un “habla del miedo” y aparecen los muros y las casas con muros y los condominios con muros y los centros comerciales con muros y empiezan a imperar los vigilantes privados y los jueces privados; todos ellos que quieren que nos dé más miedo y nos da más miedo y la ciudad se transforma porque tiene miedo y nos gobierna el miedo. Y vuelve a empezar: la serpiente y la cola.

La historia transcurre en la ciudad de Sao Paulo de finales del siglo XX. Aunque la misma autora y quienes han leído su libro, aseguran la pertinencia de sus tesis para el resto de la ciudades latinoamericanas.

Comienza por reconstruir el “habla del crimen” que hoy se extiende en la ciudad, esas conversaciones cotidianas que tienen al delito y al miedo como tema central. Conversaciones que se van creando y profundizando ante el ímpetu de los ciudadanos y ciudadanas por ordenar lo que la violencia, la desigualdad y el autoritarismo del Estado ha ido desordenando. Sin embargo, dice Caldeira, “(…) si el habla del crimen genera orden, éste no es un orden democrático, igualitario y tolerante, sino exactamente su opuesto. La democracia tiene que ver con la apertura y la indefinición de fronteras, no con enclaustramientos, fronteras rígidas y distinciones dicotómicas”. El “habla del crimen” es el primer paso hacia los muros.

Una segunda parte del libro expone los detalles de aquellos contextos que han hecho posible y han profundizado el arraigo del “habla del crimen”. Por un lado, Teresa Caldeira muestra que, en el periodo de análisis, la violencia y el crimen efectivamente aumentaron en la ciudad de Sao Paulo. No obstante, propone una reflexión sobre el poder de la estadística criminal, su capacidad para difundir un tipo de realidad y su naturaleza proclive al moldeamiento. Por otro lado, reconstruye la historia de abusos policiales, tanto en el periodo de dictadura en Brasil, como en el periodo de resurgimiento de la democracia. Una muestra del autoritarismo estatal que, renuente a desaparecer, reafirma al autoritarismo del Estado como un factor de miedo.

La tercera y la cuarta parte del libro son la foto de la ciudad de los muros. Una muestro de cómo es esta urbe tanto en lo físico y espacial como en lo humano.

Desde lo físico y espacial la ciudad se ve con tres rasgos centrales: (1) la segregación espacial, en la que las ciudad se extiende y separa a unos de otros, a las oportunidades de unos y las carencias de otros, en una idea constante de alejarse de ese otro que es peligroso y pobre; (2) la proliferación de enclaves fortificados, espacios que levantan muros y rejas en sus linderos (centros comerciales, condominios cerrados, parques privados) para resguardarse, para proveer esquemas de justicia y de vigilancia privada a quienes temen y tienen cómo costearlo; (3) la implosión de la vida pública y del espacio público, en el que “a medida que las élites se retiran hacia sus enclaves y abandonan los espacios públicos para los sin techo y los pobres, el número de espacios para encuentros públicos de personas de diferentes grupos sociales disminuye considerablemente”.

Desde el punto de vista humano, la ciudad de muros se ve como una ciudadanía de violencias, como una falsa democracia que le falta el respeto a los derechos humanos y como un espacio de “cuerpos incircunscritos”, es decir que el cuerpo “es concebido por la mayoría como el lugar apropiado para que la autoridad se afirme a través de la producción de dolor”, por medio del castigo, la justicia y el ejemplo. Entonces se alimenta de nuevo el miedo, el “habla del crimen” se refuerza y todo el círculo se vuelve a mover.

Al final entre los conclusiones de Teresa Caldeira se nota que el círculo es frágil, aunque cueste deslindarse de él. Está construido de arbitrariedades y pareceres. El “habla del crimen” son prejuicios rebatibles, palabras a las que se les puede cambiar los significados. Los muros de la ciudad no son más que decisiones, actos populistas y pragmáticos que buscan cortar el miedo por lo fácil y lo rápido, pero que no se escapan de ser volubles y “derribables” al menor asomo de creatividad. Puede que en una de estos caprichos de lo humano aparezca otro parecer que le arrebate el miedo a los que le sacan provecho y les tumbe los muros a los que se esconden detrás.

Hasta que un día nos reencontremos en la misma plaza pública, bien porque el círculo se rompió por la cabeza de la serpiente, o bien porque se rompió por la cola.

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Camilo Vallejo (@CamiloVallejoG) es abogado especialista en derecho constitucional y magíster en periodismo, tiene experiencia en áreas relacionadas con los derechos humanos, estudios urbanos, participación ciudadana, teoría política y derecho constitucional. Actualmente es gerente de la Corporación Cívica de Caldas, en Colombia.

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